El suceso del Nanga Parbat.
Estos días atrás, amigos y compañeros que no son tan montañeros me preguntaban o me pasaban noticias relacionadas con el fallecimiento de Tomek Mackiewicz y posterior rescate épico de Elisabeth Revol por parte de Urubko y Bielecki.
Quizás no se que espera la gente no relacionada con la montaña que le expliques, o simplemente que le des una opinión.
Y realmente es difícil. Son demasiados aspectos yo creo, con diferentes opiniones en cada uno.
La épica romántica de hacer las gestas que quedan en el mundo del ochomilismo (y digo ochomilismo por que montañas, zonas y regiones que “descubrir” quedan muchas) que nos fascinan a muchos, se entremezcla con una sensación de filia por lo macabro en si del hecho, o el espectáculo q nos ha inculcado la evolución del “mass media” por ver o seguir “in streaming” o “in live” una muerte.
Pero empecemos por decir que el fallecido Tomek, no era cualquier fanfarrón que no sabía donde se metía. Todo lo contrario. La séptima vez que intentaba esta cima, que no quiere decir que fuera masoca como llegue a leer a algún loco por ahí, si no la tenacidad y persistencia en un reto y un sueño. Eso es perseguir algo de verdad y no la mierda de happy consejos que nos da la y el modelito fitnes de turno en Instagram mientras nos vende productos de herbamierda y dice que hace 30km de entrenamiento sin sudar una gota y maquillad@… Y él mismo se buscaba la vida para realizar esas aventuras, muchas veces trabajando en Pakistán solo con billete de ida, ccrowdfunding… quiero decir que no era una estrellita de marca, ni pretendía. Él se lo guisaba y él se lo comía, lo que en mi opinión, le honra.
Quizás no se que espera la gente no relacionada con la montaña que le expliques, o simplemente que le des una opinión.
Y realmente es difícil. Son demasiados aspectos yo creo, con diferentes opiniones en cada uno.
La épica romántica de hacer las gestas que quedan en el mundo del ochomilismo (y digo ochomilismo por que montañas, zonas y regiones que “descubrir” quedan muchas) que nos fascinan a muchos, se entremezcla con una sensación de filia por lo macabro en si del hecho, o el espectáculo q nos ha inculcado la evolución del “mass media” por ver o seguir “in streaming” o “in live” una muerte.
Pero empecemos por decir que el fallecido Tomek, no era cualquier fanfarrón que no sabía donde se metía. Todo lo contrario. La séptima vez que intentaba esta cima, que no quiere decir que fuera masoca como llegue a leer a algún loco por ahí, si no la tenacidad y persistencia en un reto y un sueño. Eso es perseguir algo de verdad y no la mierda de happy consejos que nos da la y el modelito fitnes de turno en Instagram mientras nos vende productos de herbamierda y dice que hace 30km de entrenamiento sin sudar una gota y maquillad@… Y él mismo se buscaba la vida para realizar esas aventuras, muchas veces trabajando en Pakistán solo con billete de ida, ccrowdfunding… quiero decir que no era una estrellita de marca, ni pretendía. Él se lo guisaba y él se lo comía, lo que en mi opinión, le honra.
Sobre Elisabeth no puedo decir mucho, no seguí mucho su carrera, aún así honro su fortaleza y su gesta como alpinista y como mujer, logra ser la segunda en la historia que asciende un ocho mil en invierno y aperturista de nueva ruta. Y también imagino lo que debe estar pasando tras dejar atrás otro compañero, en este caso con el que ya había ido varias veces de aventura, a nivel mental y de conciencia. Desgarradora su narración del descenso.
De Denis Urubko y Adam Bielecki que decir…valentía, arrojo, solidaridad, potencia, admiración… En el caso de Denis ya nos demostró en varias ocasiones este comportamiento en otros rescates, dándome una gota de fe en la humanidad esperando que algo de esto se les quede a las nuevas generaciones, que en otros países siguen estas gestas alpinas como lo que son. En este país dudo mucho que se valore eso más que si Cristiano esta triste o los gayumbos de Messi.
Quizás no se entienda que hay detrás de una expedición invernal a un ocho mil y que afán hay detrás. Ni el significado o necesidad. Ni siquiera lo que supone a nivel histórico, geográfico, o explorador, como para meterse en el ámbito personal, porque si a nivel aficionado modesto como el mío, cuesta tantísimo transmitir en palabras las emociones que se sienten cuando realizas determinadas actividades, lo que remueve el alma determinados momentos en gestas particulares y de nivel “de andar por casa” no me quiero imaginar cual difícil es en un ocho mil, en una ruta nueva y en un ocho mil en invierno.
No espero con esto que se valore, ni que se comprenda, solo espero que, por parte del que no comparta, al menos lo respete. Tal y como está el panorama social ahora mismo ya sería suficiente
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